Durante los últimos años hemos visto un continuo aumento de antenas de telefonía en nuestras ciudades, despertando cierto interés en la gran mayoría de las personas, no siempre siendo de una manera positiva, pues de la mano a esa curiosidad se encuentra el miedo que provoca el creciente número de las ya mencionadas antenas, pues se cree que estas ocasionan distintas enfermedades o malformaciones en las personas debido a la “gran radiación” que provocan, razón misma por la que en reiteradas se han provocado manifestaciones en contra de la implementación de las mismas, por lo que es de cuestionarse si es cierto todo lo que se difunde acerca del daño que provocan estas.
Por un lado hay estudios que determinan que las antenas de telefonía móvil no tienen efectos nocivos para la salud, y por otro, hay sentencias judiciales y otras investigaciones que muestran lo contrario, sin embargo lo cierto es que las antenas emiten radiación electromagnética, y al vivir cerca de ellas no supone un riesgo real para la salud, sin mencionar que ayuda a mejorar las condiciones de cobertura móvil. Nosotros en nuestro día a día estamos expuestos constantemente a aparatos que emiten mayores o iguales niveles de radiación que las antenas.