El sol en nuestro planeta está causando grandes estragos debido a la función que este desempeña, pero no malinterpretemos, el sol no es malo para nuestro planeta, sino que es a raíz de nuestra contaminación que los rayos que este emite causan los problemas. Así mismo, estos rayos nos afectan a nosotros, a nuestro cuerpo, específicamente a nuestra piel.
Existen tres tipos de rayos solares, UVA, UVB y UVC. Los rayos UVA pueden llegar hasta la dermis y generan una pigmentación acelerada y pasajera. Estos en exceso son los responsables del envejecimiento prematuro, como manchas, arrugas y flacidez en la piel. Ante esto se recomienda protección solar anti-UVA durante todo el año. Seguidamente, los rayos UVB, tienen gran energía y generan pigmentación duradera, estimulando la producción de melanina y engrosamiento de epidermis. Esto produce ampollas, inflamación, fiebre y hasta quemaduras de segundo grado. Finalmente, los rayos UVC son muy calóricos y, muy peligrosos y que influyen en la aparición de cáncer de piel.
Los gases que emiten nuestros vehículos y las industrias hacen que la temperatura se mantenga en nuestro planeta, provocando muchos desastres tales como la extinción de especies, derretimiento de hielos y el aumento del nivel del mar. Es entonces que el problema es de nosotros y no del sol debido a que este solo cumple su función que es la de brindar calor.